

Hernán Cortés,y luego el barón Alejandro von Humboldt, fueron cautivados por la majestuosidad de Cholula, este último especialmente por las "vasijas barnizadas y pintadas con arte". Ya los mexicas, en la época de espelndor de México-Tenochtitlan, apreciaron tanto la cerámica cholulteca que demandaron la elaboración de vasijas especiales para ofrendas rituales.
Desde el siglo XIX se obtuvieron piezas de la cerámica policroma de Cholula para las colecciones del antiguo Museo Nacional ubicado en las calles de Moneda, en la ciudad de México. Hoy están en el Museo Nacional de Antropología y constituyen el muestrario más completo de ese tipo de cerámica, que segun algunos investigadores pudo haberse originado en la zona tlaxcalteca; el apogeo se dio durante el periodo Posclásico Tardío (1330-1521).
Eduardo Noguera, arqueólogo que trabajó la cerámica policroma de Cholula, consideraba que el rasgo más característico de ésta era la naturaleza de la pintura, a la que consideraba como una laca aplicada sobre cada recipiente, después de ser sometida a una primera cocción.
Las formas que predominan en la cerámica policroma de Cholula son los platos de paredes extendidas, los cajetes ápodos o con soportes, los elegantes vasos de gran verticalidad en los que se combinaron la sección globular del cuerpo con el cuello de paredes rectas y los llamativos inecesarios o braseros, entre otros.
Por último, hay que mencionar que la popularidad de esta cerámica policroma en el momento del predomino y esplendor de México Tenochtitlan produjo gran demanda de dicha alfarería en la capital de los mexicas, quienes no sólo recibían en gran número las tradiconales formas conocidas en los valles poblano-tlaxcaltecas, sino que también exigieron la elaboración de recipientes especiales con las imágenes de las deidades acompañadas de todo el realtoritual requerido, lo que puede comprobarse en los descubrimientos del Templo Mayor de México, donde, en unas ofrendas, se encontraron dos ollas de gran tamaño con sus cubiertas o tapas; en estos vistoso recipientes, dedicados a contener cientos de cuentas de pridra verde, podemos prácticamente "leer" las oraciones e himnos rituales dedicados a vanagloriar la accion la acción del dios de la lluvia en la fertilización de la tierra y la participación de la naturaleza en su conjunto para el crecimiento y maduración del maíz que, a manera de una piedra preciosa, constituye la riqueza del hombre.